martes, 15 de marzo de 2011

ALGO QUE DECIR.

Siempre he tenido la sensación de que la vida esta plagada de despedidas y retornos continuos.

Plagada de seres que se nos alejan y seres que se nos acercan.

Pareciéramos fatalmente destinados a cruzar nuestros caminos con los caminos de los demás y convertirnos así en viajeros que llegan y se marchan alternativamente.

A veces esas estadías duran mucho y otras veces son solo cruces fugaces o incluso imperceptibles.

Sin embargo no depende del tiempo que duren esos cruces de caminos, lo que los mismos nos dejen marcado en nuestros recuerdos, en nuestra conciencia, en nuestro corazón, en nuestro pensamiento o en nuestro ser.

Todos sabemos que no por fugaces, los encuentros son menos satisfactorios y gratificantes.
Y no por largos son necesariamente placenteros.

No sé bien porque, pero creo que alternativamente recibimos a personas que se acercan hasta nuestra historia y parecieran traernos un mensaje. De la misma forma que solemos ser nosotros los portadores de mensajes para otros.

Y claro esta que toda esta cuestión esta mas allá de nuestra voluntad. En mas de una oportunidad nos hemos preguntado como puedo encontrarme en esta situación o como puedo haberme cruzado con esta o aquella persona.

Somos instrumentos de algún maestro divino que hace y deshace con nosotros a su voluntad.

Pero siguiendo con esos cruces de caminos y con encuentros valiosos o no tanto, hay seres que quisiéramos dejarnos para siempre con nosotros, sin darnos cuenta, quizás, que eso a veces también es imposible. Pues cada uno tiene un camino a seguir y es inevitable que lo siga.

Así, comenzamos a amontonar souvenirs de todos esos encuentros, de experiencias; de todas esas personas que al cruzarse con nosotros nos han dejado una marca, una huella, una palabra que recordaremos siempre; un mensaje.

Personalmente siempre he sentido la obligación de que si alguien coincide conmigo, debe llevarse algo del mí, debo dejarle algo. Aunque no siempre se logra y aunque a veces uno solo fue capaz al final de provocar heridas de las que nos arrepentimos aunque no hayamos tenido la intención.

No sé bien de donde me viene ese pensamiento. Tal vez sea por esa creencia de que nada es tan casual y de que si esos encuentros se dan es por algo, aunque no haya explicación racional para este planteo.

En la vida hay gente que vale mucho y vale la pena conocer y hay otros que son solo contenedores de nada y mejor es perderlos prontamente.

Sin embargo, a pesar de esto ultimo, también de ellos se puede aprender. Yo he aprendido lo que no quisiera ser jamás. Esto no me resulta tan raro, dado que me he dado cuenta que en la vida por lo general uno termina sabiendo lo que no quiere antes de lo que realmente quiere.

También esta claro que a veces uno no tiene nada que decir. Pero aun en esa situación, es mejor un sabio silencio que un discurso de sabiduría berreta.

Vivimos en épocas de encuentros vacíos, fugaces; que solo buscan satisfacciones instantáneas. Conversaciones superficiales donde cada vez importa menos lo que le pasa al otro y solo se trata de conocer alguna intimidad que pueda valer como futura conversación de comadres.

Uno puede elegir. Ser seres vacíos o al menos decir algo que pueda tener un sentido para alguien.

Y conste que no se trata de transformarse en consejeros ni hablar desde pulpitos de sabiduría.

Solo es tratar de encontrar en nuestro interior algo que tal vez alguien que coincide con nosotros esta esperando encontrar, aunque nosotros no lo sepamos y la otra persona ni lo espere de nosotros.


DIEGO DOBLER

1 comentario:

  1. No estamos excentos de provocar una herida aunque no sea intencional... pero a veces pasa... y otros las provocan en nosotros también... debemos aprender a mirar el porqué de esa cicatriz y aprender de ella... porque para eso está, para que no la olvidemos...
    Y aunque no nos demos cuenta, siempre vamos a hacer o decir algo que a otro le sirva o le marque o le ayude... a veces nos enteramos de que así fue, otras veces no lo sabremos... pero cada relación, así sea comprando pan en la esquina, tiene un sentido y una consecuencia en las dos personas que se relacionan... aunque no se den cuenta...
    Me gustan las cosas que tenés para decir... :)
    Un beso

    ResponderEliminar