viernes, 3 de diciembre de 2010

UN ANGEL DE DOS CARAS

La furiosa pelea entre dos gatos rompe el sueño de mis perros que ladran enloquecidos, y sus ladridos rompen con mi sueño en medio de la noche.

Luego de los primeros minutos de inconsciencia en los que trato al menos de saber quien soy y en que lugar y punto de la noche me encuentro, me ubico en la realidad nocturna y me quedo despierto.

De lejos los felinos siguen discutiendo por sus cuestiones territoriales y yo en mi cama recuerdo aquellas noches en las que de niño algo me cortaba el sueño y me quedaba despierto en medio de la oscuridad.

Cuando esto ocurría mi mente infantil comenzaba a sufrir las consecuencias de la sugestión y la fantasía. Entonces las cosas de mi pieza se volvían amenazas que en cualquier momento podían venirse sobre mí.

Sentía miedo a la oscuridad como creo que cualquier niño siente y trataba de permanecer inmóvil y deseaba que el amanecer llegara pronto, pues era la luz mi aliada en aquella lucha contra mis miedos y sabia que con su llegada todos esos fantasmas se disiparían de la misma forma en que habían aparecido.

Ahora que no soy tan niño como antes, también suelen atacarme algunos miedos cuando me despierto en medio de la noche, pero a diferencia de aquellos tiempos los fantasmas no están volando por mi pieza y no es a la oscuridad del cuarto a lo que le tengo miedo.

Es mas, ahora ya no me basta con esperar la llegada del día para dispersar todos esos temores.

Pareciera ser que de niños los temores son provocados desde afuera hacia adentro y cuando nos volvemos un poco más grandes los temores parten desde nuestro interior.

Por eso es que la llegada del día no disipa los miedos, por eso es que vayamos a donde vayamos nuestros miedos nos acompañan.

El miedo es uno de los elementos más particulares e individuales de los espíritus humanos. No todos tenemos los mismos miedos, no todos reaccionamos igual ante el miedo y no todos lo vivimos o sufrimos de la misma forma.

Hay tal vez muchos miedos y quizás una clasificación de ellos podría resultar demasiado extensa para estas líneas y para mi capacidad. Sin embargo aquella noche yo me quede pensando en un tipo de miedo en particular: el miedo a la frustración, al fracaso, a que las cosas acaben de la forma que no deseamos o en el momento que no deseamos.

Ese miedo al “final no deseado”, a no lograr el objetivo para el cual hemos puesto tanto esfuerzo, tanto sacrificio, tanta predisposición de alma.

Este miedo esta en los padres a la hora de pensar en el futuro de sus hijos, en los enamorados a la hora de pensar que aquel amor puede acabar sin su consentimiento, en cada uno de nosotros cuando perseguimos nuestra realización personal y en muchos casos más.

El miedo es la fuerza más movilizadora que el hombre conoce y esto ciertamente ha sido descubierto hace mucho tiempo atrás.

Por eso es que tener miedo no esta mal en sí mismo, sino que es una manifestación de que nos resistimos a que algo indeseado nos pueda ocurrir.

Pero dependerá de nuestra reacción ante él lo que cambie o no nuestra historia, nuestra situación.

Parecemos estar condenados naturalmente a tener siempre algún temor que nos mantenga alertas, en la actitud que mejor nos salga para superar aquellas situaciones indeseables.

Ya no somos niños, los fantasmas no se disipan con el día; si no que por el contrario, es el dia quien trae nuestros peores temores. Pero también es el día el lugar donde debemos enfrentarnos a esas situaciones de temor, y es ahí donde tenemos la posibilidad de vencer luchando; porque sabemos que huir ya no sirve, porque sabemos que la inmovilidad es el camino a la resignación.

Somos hombres y mujeres con miedos personales, no tenemos que olvidar que temer es natural y tampoco debemos olvidar que movernos y buscar, seguir en esta lucha diaria; es la única forma de vencer a todos esos fantasmas que a veces perturban nuestro espíritu y nos hacen tener miedo.

Porque el miedo es un ángel de dos caras que nos puede inmovilizar o empujar a la acción, pero de una forma u otra esto no es mas que una clara demostración de que estamos vivos y que depende de nosotros la firma de una rendición o la declaración orgullosa de que la lucha continua.

DIEGO DOBLER

1 comentario:

  1. La mayoría de las veces paraliza... y nos quedamos acurrucados en la cama, con las persianas bajas, en la oscuridad, sólo por no enfrentar esos monstruos que trae el día...
    El miedo es nuestro peor enemigo...
    Excelente entrada... como todo lo que escribís... aunque sólo lo hagas una o dos veces al mes...
    Un beso

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