miércoles, 23 de febrero de 2011

HOTEL "LA DISTANCIA"

Armé nuevamente mis valijas.

Hacerlo tan a menudo te da una práctica increíble. Cada vez lo voy haciendo más automáticamente…y también más en silencio.

Eso sí, siempre olvido algo en los lugares que dejo.

Hay veces en que suelo sentir que mi valija se va vaciando.

Siempre que armo un nuevo equipaje me quedo pensando si no debí hacerlo antes.

También alguna vez me he quedado pensando si debía partir.

Cada vez que parto alquilo habitación en el mismo hotel.

El hotel “La Distancia”.

Lleno de habitaciones sin número, en una calle perdida que no tiene nombre.

Asombrosamente siempre me toca la misma habitación. Bueno, tal vez no sea tan asombroso.

Llena de fotos viejas, que se van degradando en el color de acuerdo al tiempo que llevan pegadas en la pared.

A veces pienso en arrancarlas y quemarlas a todas

Aunque en el fondo, a lo que aspiro es a no volver a alquilar habitación en ese lugar.

El sitio no es muy abrigado, aunque la calefacción es buena. En el fondo todos saben que el frio que hace aquí no viene de afuera sino desde adentro de cada huésped.

No hay horarios de comida en “La Distancia”.

Hay días en los que parece que no hay cocina, aunque en realidad son los días en que no tengo hambre.

No hay mucha luz en los cuartos, pero uno se va acostumbrando.

Básicamente te acostumbras bastante a ver sin mucha luz. Eso se aprende en “La Distancia” y te sirve para cuando te vas también.

El hotel no está destinado para albergar mucho tiempo a sus huéspedes. Sucede que tampoco nadie pretende quedarse mucho allí. Y no es recomendable.

Sin embargo, cuentan que algunos han querido quedarse allí alojados, se han encerrado en sus habitaciones cansados de armar valijas, de ir y venir.

Nadie ha sido desalojado de allí. Los administradores saben que nadie puede habitar eternamente en “La Distancia”. O sales, o te rescatan o te mueres alli.

Ves a mucha gente alojada aquí, que cuando vuelves a ver por la calle, oculta sus rostros. Aunque hay tan poca luz en este sitio que nunca puedes estar absolutamente seguro de haber visto a alguien y poder reconocerlo después

El tiempo pasa lento en este hospedaje. Lento cómo pasa el tiempo para los que esperan.

Pero en realidad el tiempo sigue al mismo ritmo de siempre, y cuando sales de aqui te das cuenta.

Algunos o casi todos, como ya dije, para ir llevando la estadía llenan la pared con las fotos de seres queridos, de últimos amores, de recuerdos agradables.

Pero las paredes del hotel no son de buena calidad. La humedad va ganándose las fotos y hace que se vayan arruinando o cayendo al suelo.

El servicio de cuarto no existe, cada quien debe limpiar su habitación.

Dicen que quienes se han encerrado para permanecer aquí, no limpian nunca, y caminan sobre fotos viejas, de buenos y malos recuerdos.

Porque finalmente el paso del tiempo aquí, hace que todas las imágenes caigan al piso o se arruinen y terminen compartiendo el lugar las fotos del los malos y buenos recuerdos.

Si quieres, tienes que limpiar tu propio cuarto.
Nadie lo hará por ti.

Yo por ahora mantengo limpio el sendero que me lleva hasta la cama, pero sé que están por ahí tiradas un montón de imágenes que a veces me desvelan.

Dicen que el hotel esta embrujado, pero los fantasmas que lo habitan son como los huéspedes y van y vienen como ellos.

Es más, hay cierta certeza de que los fantasmas vienen con los huéspedes.

Algunos se han quejado alguna vez pretendiendo hacer aparecer que esos fantasmas no son de ellos y que alguien debe habérselos olvidado allí o se los han metido por debajo de la puerta.

Sin embargo eso es imposible, cada fantasma sabe a quién pertenece y sabe que la única manera de mantenerse vivo es persiguiendo a quien le teme.

Desde este hotel las ventanas apuntan siempre a donde quieres ver, pero los vidrios a veces se empañan de afuera y las ventanas están fijas. Tampoco hay balcones

Por eso la vista no siempre es clara, te da una visión distinta pero todos dicen lo mismo. “de aquí hay buena vista, pero no es como estar ahí”.

No hablamos mucho los huéspedes entre nosotros. En general lo hacemos cuando alguno se va.

“Al fin, me voy” nos comentamos. Y nos deseamos no volver a encontrarnos en “La Distancia”

Cuando volvemos a vernos…nos cruzamos la mirada en silencio. Entre los huéspedes hay ciertos códigos y ciertos momentos donde las palabras sobran.

Por eso, si alguna vez nos vemos por aquí, no te aflijas, no hables si no quieres.

Aquí, por falta de luz, hemos aprendido a ver casi sin usar nuestros ojos y somos de pocas palabras.

Las noches en el hotel no son fáciles. Las luces, que son tenues en el día, no se apagan por las noches, siguen iguales. Es como si allí dentro la noche y el día fueran lo mismo. Solo que por las ventanas no se ve nada, no entra esa luz que de afuera agrega algo de visión a las cosas.

Pero eso si, en la noche, la luz tenue sigue iluminando el ambiente, las fotos, las imágenes. Las que permanecen en la pared, las que han caído. Eso es bueno…y no tanto.

Cada día pareciera traer luz de esperanza en “La Distancia”, pero cada noche trae la fría sensación certera de soledad.

Nadie es feliz en este sitio, no al menos como lo desearía.

Sin embargo muchos saben que vienen de un sitio peor.

Otros vienen de un sitio que no existe más.

Aunque hay todo tipo de huéspedes, “La Distancia” es básicamente un lugar de refugiados.

Es refugio de quienes vienen de lugares que se han vuelto insoportables o de quienes vienen de lugares que ya no existen. Como de esos lugares donde murió el amor.

Alguna vez le pregunte al conserje si llevaban la cuenta de la cantidad de huéspedes que se alojaron en el hotel al menos una vez.

El me dijo “amigo, por aquí ha pasado todo el mundo”, sonrió y se alejo.

El hotel no tiene puertas, se entra y se sale libremente. Tan libremente como uno
pueda ser.

Sin embargo las habitaciones solo puede abrirse de adentro, nadie puede sacar a nadie de su habitación, quien quiera salir debe salir solo.

Así es, “La Distancia” existe. Es un hotel lleno que parece vacio. Con poca luz, sin puertas y en el que nunca faltan habitaciones. Nunca llegaras y te dirán que está completo.

De alguna extraña manera siempre tu habitación te espera. Eternamente reservada
“La Distancia” existe, y muchas veces uno desea ir allí. Pero cuando te vas siempre sueñas en no tener que volver nunca más.

DIEGO DOBLER

1 comentario:

  1. Quizás un día de estos arme mi valijas, seguro hay una habitacion con mi nombre... ya va siendo hora...
    "las habitaciones solo puede abrirse de adentro, nadie puede sacar a nadie de su habitación, quien quiera salir debe salir solo."
    Excelente relato...

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