viernes, 11 de febrero de 2011

LATENTE

Cada día millones y millones de personas, en todas partes del mundo y a todas horas; vuelven a empezar.

Se enjuagan sus lagrimas, se perdonan ofensas, se sacuden el polvo del camino, curan una nueva herida y vuelven a mirar adelante.

A cada instante en este mundo abarrotado de materialismos y vicios que pierden a los hombres, muchos siguen creyendo en cosas que otros ya han dejado de creer y en las que otros tantos jamás creyeron.

Es inevitable preguntarse cuantas batallas deben ganarse antes de alcanzar el triunfo, pero sobre todo muchas veces nos preguntamos ¿cuántas caídas mas somos capaces de soportar antes de pensar seriamente en rendirnos o resignarnos?

Yo he llegado a dudar que esto de rearmar nuestras fuerzas y volverlo a intentar pueda partir tan solo de nuestra voluntad.

Y es que cuando nos vemos fatigados y hartos de pelear, a veces contra fantasmas tan viejos como nuestra existencia, lo difícil se parece vestir de imposible y nuestra fe se devalúa sin remedio.

Horizontes grises se nos dibujan y la idea de que nuestros sueños se han vuelto una utopía sin sentido nos amenaza insensiblemente tentándonos a abandonar nuestros esfuerzos.

Sin embargo, una fuerza parece mantenerse latente dentro nuestro y de muchos. Una fuerza que retrocede pero solo para tomar distancia y volver a emprender un nuevo intento con el mismo objetivo, el de encontrar el camino que nos lleve hacia esa forma de ser feliz que hemos elegido, la cual a veces solo entendemos nosotros.

Entonces, si a pesar de todo y de todos, incluso a pesar de nuestra escasez de fuerzas, algo sigue vivo dentro nuestro y nos dispone a continuar andando, aun con mas dudas que certezas, ¿cuál es el misterio, de donde nos viene esa fuerza, como es posible este nuevo esfuerzo? No tengo certezas de eso, pero tal vez ocurra que nuestra misión es indelegable y no podemos abandonarla aunque a veces lo pensemos.

Y como te pasa a vos, me pasa a mí y a millones de personas que caminan a tu lado. Y eso significa que somos aun muchos los que perseguimos sueños incomprensibles para los demás, y que aunque nuestros caminos puedan parecer distintos eso no nos hace mejores ni peores, somos todos buscadores. Buscadores de ese tesoro intransferible que es nuestra felicidad.

A través de todo esto aprendemos que nuestras penas no son inéditas aunque si personalísimas, aprendemos que muchos caen por día, pero se vuelven a levantar y es ese un triunfo invalorable.

Vivimos una doble sensación en muchas ocasiones. La de sentirnos solos estando con los mas cercanos y la de sentirnos acompañados por extraños que en el andar del camino se convierten en camaradas y colegas de lucha.

Es cierto, cuando caemos es difícil creer en que pronto nos levantaremos y cuando nos levantamos lo hacemos sabiendo que una nueva caída es posible. Y eso nos sirve para irnos haciendo la idea de que si nos levantamos una vez seguramente volveremos a hacerlo en el caso volver a caer.

Y lo volveremos a hacer gracias a esa fuerza que late en nuestro interior y no nos deja abandonar la búsqueda, que nos hace creer cuando nos sentimos más escépticos, que nos hace ver que la única forma de vivir es viviendo y volviendo a empezar.

Esa fuerza única, mística y latente que nos obliga a entender que la resignación de los sueños jamás podrá conducirnos al camino de una felicidad verdadera y personal.


DIEGO DOBLER.

1 comentario:

  1. Cuando esa fuerza deje de latir también lo hará el corazón y ya no habrá más remedio...
    Un beso

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